Te he buscado de nuevo, porque te volví a necesitar. Recuerdo que, cuando te tuve, me diste una experiencia que no tuve antes. Pero es inútil: estás inaccesible, y eso me duele bastante. Lo peor, es que yo fui quien cometió el error de alejarte de mi vida. Ahora, pago las consecuencias.
Todo este tiempo estuve buscando alternativas a lo que viví a tu lado. He sido optimista, pensando: un clavo saca otro clavo. Obligué a mi mente a recordar de que la realidad es fluir, y si tú ya no estás para mí, pues vendrán realidades nuevas a satisfacer mis necesidades del presente.
No ha faltado quien haya querido reemplazarte. La verdad, no necesito ni buscar. Las posibilidades se me aparecen espontáneamente, dispuestas a darme compañía y el apoyo que deseo. Y yo, pues, siempre estoy en la disposición de vivir mejores momentos que los que tú me diste.
Pero, ¡qué frustrante ha sido todo hasta ahora! Las nuevas experiencias no son tan buenas como las que tuve a tu lado. Contigo todo funcionaba de maravillas. Hoy, sólo saboreo alegrías mediocres. Estando con tus reemplazantes, no puedo evitar las comparaciones contigo. Me doy cuenta de que no soy como antes. Mi productividad ha decrecido, me falta tu presencia para impulsar mi inspiración.
Día a día, vuelvo a buscarte y sigues inubicable. En el límite del delirio, incluso sospecho que has cambiado de nombre, alterado tu identidad para que no pueda hallarte. Reconozco que te subestimé, y me arrepiento de haberte tratado de esa forma. Nunca sospeché que desinstalarte de la carpeta de programas iba a originarme tanto pesar... ya no se hacen aplicaciones de internet como tú.
No hay comentarios:
Publicar un comentario